Cuando la estabilidad financiera se convierte en oportunidad climática: el grado de inversión y su impacto en el futuro de los mercados de carbono

Asunción, Agencia IP.- La reciente elevación de la calificación soberana de Paraguay a BBB- por Standard & Poor’s Global Ratings, representa una oportunidad estratégica para consolidar y escalar el desarrollo de los mercados de carbono, al fortalecer la confianza internacional, mejorar las condiciones de financiamiento y ampliar el universo de inversores interesados en proyectos de mitigación y remoción de emisiones, de acuerdo con el análisis realizado por el director nacional de Mercados de Carbono, Víctor González Bedoya.
Según explicó el alto funcionario, en entrevista exclusiva con nuestro medio, el grado de inversión trasciende el ámbito estrictamente financiero y actúa como una señal internacional de menor riesgo país y mayor previsibilidad macroeconómica, factores determinantes para la viabilidad de proyectos climáticos que requieren inversiones iniciales significativas. En particular, mencionó que los proyectos de carbono demandan recursos para medición, monitoreo, auditorías y la implementación de sistemas de medición, reporte y verificación (MRV), costos que pueden financiarse en mejores condiciones cuando el entorno macroeconómico se percibe estable.
González Bedoya destacó que esta mejora en la percepción del riesgo tiende a reflejarse en una reducción de la prima de riesgo y en un costo de capital más competitivo, lo que permite que iniciativas que anteriormente no alcanzaban a cerrar financieramente pasen a ser viables. A ello se suma la ampliación del universo de inversores y compradores potenciales, ya que una parte relevante del capital institucional, especialmente de fondos con perfiles conservadores, concentra sus inversiones en jurisdicciones con reglas claras, estabilidad y transparencia operativa.
Confianza como activo central del crédito de carbono
En su análisis, el director nacional subrayó que en los mercados de carbono la confianza no es un concepto abstracto, sino el activo central que sostiene el valor del crédito. Un crédito de carbono no representa únicamente una tonelada de emisiones reducidas o removidas, sino una cadena de garantías que abarca la forma en que se midió el resultado, quién lo verificó, cómo se registró, cómo se asegura la trazabilidad y cómo se evita el doble conteo.
Una parte relevante del capital institucional, especialmente de fondos con perfiles conservadores, concentra sus inversiones en jurisdicciones con reglas claras, estabilidad y transparencia operativa
En ese sentido, señaló que las señales macroeconómicas positivas se potencian cuando el país avanza en la construcción y consolidación de un régimen nacional de mercados de carbono que vuelva predecible la inversión en activos ambientales. Esto implica contar con procedimientos definidos, criterios consistentes, registros operativos, trazabilidad efectiva y capacidades técnicas que permitan que el diálogo con inversores y compradores se concentre en la calidad de los proyectos y no en incertidumbres de base.
Exigencias crecientes y estándares internacionales
González Bedoya explicó, además, que el mercado voluntario de carbono atraviesa una etapa de mayor exigencia en términos de integridad, con foco en criterios como la adicionalidad, la permanencia, la gestión de riesgos de fuga, las salvaguardas sociales y la transparencia. Bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París, estas exigencias se profundizan, ya que no solo se evalúa la calidad del proyecto, sino también la capacidad institucional del país para autorizar transferencias, registrar operaciones y sostener reglas contables consistentes, incluyendo la trazabilidad internacional y la aplicación de ajustes correspondientes para evitar dobles reclamos.
Un crédito de carbono no representa únicamente una tonelada de emisiones reducidas o removidas, sino una cadena de garantías que abarca la forma en que se midió el resultado, quién lo verificó, cómo se registró, cómo se asegura la trazabilidad y cómo se evita el doble conteo.
Financiamiento climático y capital institucional
El análisis del director nacional también se apoyó en tendencias observadas a nivel global. En los últimos años, grandes fondos de pensiones e inversores institucionales han comenzado a asignar capital a plataformas y proyectos capaces de generar créditos de carbono, en especial aquellos vinculados a soluciones basadas en la naturaleza.
Este tipo de capital, explicó, rara vez ingresa al mercado adquiriendo créditos de manera aislada. Lo más habitual es que financie directamente el activo o el proyecto, como tierras, forestación, agricultura sostenible o desarrolladores de portafolios, mediante instrumentos de deuda o de capital, asegurando la previsibilidad de los ingresos a través de acuerdos de compra a futuro, ERPAs u offtakes. En ese esquema, los créditos de carbono funcionan como un flujo complementario que mejora la bancabilidad, siempre que estén claramente definidos los derechos sobre el crédito, la integridad del MRV y la confiabilidad del registro.
Proyección estratégica para Paraguay
Finalmente, González Bedoya afirmó que el desafío estratégico para Paraguay consiste en transformar la confianza financiera asociada al grado de inversión en confianza del mercado en los activos ambientales, mediante la combinación de estabilidad macroeconómica con integridad técnica e institucional.
«Si esa combinación se sostiene, Paraguay no solo puede atraer financiamiento y compradores, sino también construir una reputación como proveedor confiable de resultados de mitigación de alta integridad», sostuvo, al remarcar que en los mercados de carbono la reputación respaldada por sistemas sólidos y datos verificables tiene un valor equivalente al de la financiación.



